como habitualmente lo hace, vincent entró a la espaciosa oficina de la agencia de aduanas donde desde hace ocho meses ingresó a trabajar para sentarse en su cubículo de aquel largo módulo compartido con otros compañeros de trabajo. a medida que se acercaba llegó a escuchar parte de la conversación que sostenía su jefa a través del móvil en su aislada oficina individual cristalizada la cual tenía la puerta entreabierta.:
-...entonces, jenny, ¿no vas a poder venir a acompañarme esta noche en mi casa? no te preocupes, no hay problema, yo entiendo.
no habían pasado ni cinco minutos de esto, cuando vincent, cuya edad frisaba entre los veinticinco y treinta años, escuchó claramente su nombre de los labios de su jefa:
-¡vincent!
-sí, natalia, ¿que deseas?. -dijo después de acudir a su llamado. el tuteo era normal y recurrente entre todo el personal, incluyendo los jefes.
-tengo un problema y no sé si puedas ayudarme. contaba con mi amiga jenny para que me acompañe esta noche en mi casa pero ella está imposibilitada para hacerlo. ¿querrías venir?, digo, si es que no te perjudico en nada.
vincent miró por un breve lapso de tiempo el conjunto de la cabeza de natalia, sus tenues ojos verdosos, su cutis sin ninguna arruga y su muy extraño y natural cabello blanco, para luego oírse decir sin saber porqué:
-sí, está bien. dame la dirección y la hora y yo estaré allí.
vincent conducía su coche por la larga ruta del acantilado frente al mar con la máxima velocidad posible que le permitían las señaléticas de tránsito. al llegar a casa después del trabajo había echado una "pequeña" siesta que terminó prolongándose demasiado lo que ocasionó que saliera tarde de su casa. llevaba una mochila azul donde había colocado un pijama y ropa interior. todo nuevo más unos utensilios de aseo. huelga decir que a la hora de ducharse se friccionó fuertemente la mayor parte del cuerpo para estar limpio lo más posible. él no quería cometer ningún tipo de error con su jefa.
"¿qué edad tendrá natalia? ¿estará en los cuarentas? ¿en los treintas? aquel cabello totalmente blanco me desconcierta. ¿será pintado o al natural? definitivamente en los veintes no está. ¿querrá tener sexo conmigo? ¿por qué no le dijo a cualquier otra chica del trabajo para que vaya a su casa? no vaya a ser como la dueña de aquella filial de esa famosa bebida trasnacional donde trabajé, que de vez en cuando llevaba a cierta chica del trabajo a su casa para tener sexo con ella a cambio de regalitos y de otras gollerías laborales." -iba pensando vincent mientras tarareaba cierta canción de chayanne que escuchaba desde una conocida emisora local de la radio del coche.
-y ahora, tú te vas
así como si nada (y tú te vas)
acortándote la vida...
-¡no, ¿qué estoy escuchando y diciendo?! es "acortándome", "acortándome la vida". no sabía muy bien por qué, aquella rectificación que él mismo se hacía le parecía extraña.
después de conducir por más de hora y media llegó a la muy selecta urbanización de clase alta donde vivía natalia. se detuvo en la garita de control donde después de comprobarse que su visita era justificada, le dieron pase de ingreso. luego de diez minutos llegó a la casa de una hectárea, donde el portero, ya avisado por ella, le permitió llegar hasta la puerta donde la misma natalia, enfundada en una bata, lo recibió con una sonrisa.
-hace una hora que te esperaba.
-sí, perdona. es que me eché una siestecita y no calculé bien el tiempo de llegada a tu casa. pensé que iba a ser más corto el trayecto.
-no te preocupes, lo importante es que llegaste.
tras traspasar la puerta se encontró con un ambiente de puro lujo. muebles de terciopelo, media docena de lámparas, cuadros diversos, una gran alfombra persa, adornos de plata y de porcelana y un reloj cucú de pared que justo en ese momento marcó la medianoche. vincent miraba con gusto todo lo que le rodeaba.
-¿qué miras? -le preguntó natalia.
-natalia, en esta casa estás más que protegida; no estás en los suburbios donde te puede caer una bala perdida a través de la ventana. a tu casa la circunda muros de más de tres metros de altura. no sé por qué me has pedido que te acompañe o de qué te voy a proteger. miraba dónde iba a dormir.
-¿crees que vas a dormir en la sala? no quiero encontrarte asfixiado, sin vida, por la mañana. -dijo sonriendo, para luego añadir: -ven, vamos a mi dormitorio.
el área del dormitorio tendría cerca de cincuenta metros cuadrados, el ambiente era de ensueño como si fuera la habitación de una princesa y todo era de una pulcritud casi obsesiva. vincent fue al privado donde se cambió de ropa. natalia al verlo salir le señaló la parte izquierda de la cama para que se instalara. una vez hecho esto, vincent le preguntó:
-natalia, ¿por qué estoy aquí? por lo que me dijiste en la sala deduzco que hay un tema paranormal en todo esto, ¿no?
y como si la casa quisiera responderle antes que lo hiciese natalia, se escuchó un fuerte golpe proveniente de alguna de las paredes de alguna de las habitaciones, que hizo que se sobresaltara, para luego mirarla extrañado.
-los ruidos que escuches simplemente ignóralos. este proviene de una habitación vacía que colinda con uno de los baños. -le dijo natalia.
-natalia, ¿no serás una vampira, no? espero no amanecer desangrado y con dos orificios en mi cuello. -le dijo un vincent un tanto ansioso, con la idea de que tal vez su jefa sea una psicópata.
-no, no soy ni la mujer, ni la hija de drácula, tampoco la novia de frankestein, una mujer loba, y ni mucho menos una súcuba, lo que te gustaría mucho, supongo; pero tienes razón en algo, yo tengo tres dones. uno de ellos es que leo el tarot y otro es que visualizo mentalmente a la persona a quien va dirigida tal lectura. es por eso que estás aquí. estás aquí por ti, sin que tú lo sepas, y no tanto por mí.
la seriedad con la que le habló natalia, le causó una profunda extrañeza. vincent dedujo muy fácilmente que ella le había leído las cartas del tarot en su ausencia y que el resultado no era nada bueno para él con respecto a su propio futuro. queriéndole quitar gravedad al tenso ambiente que se había generado entre ellos, él le dijo:
-pero natalia, esto me lo hubieras dicho tranquilamente en la oficina, no había necesidad de hacerme venir hasta tu cama para decírmelo.
-yo no quisiera leer el tarot pero hay como una fuerza interior que me impele a hacerlo. una vez que barajo escojo una carta que al voltearla y ponerla sobre la mesa, siempre es la misma y que al momento de verla, visualizo mentalmente a la persona a quien va dirigida.
-bien, supongo que me visualizaste una vez que volteaste la carta. ¿qué carta es?
-la carta de la muerte. lo siento mucho, vincent.
-¡pero su significado no tiene por qué ser literal, natalia! -exclamó vincent asustado, para luego añadir: - además, yo tengo la idea de que son varias cartas las que se echan y ya luego es que se hace una lectura de ellas en conjunto.
-no en mi caso, no conmigo. las cosas no funcionan así. la primera carta siempre es la de la muerte; y si sigo volteando cartas estas tan sólo me mostrarán indefectible la forma en que la persona va a morir. por eso para yo estar segura y no enterarme de lo que sigue, barajo, echo la carta, la levanto, vuelvo a barajarlas, vuelvo a sacar la carta, y siempre saldrá la carta de la muerte cuantas veces haga la misma operación, y siempre visualizaré a la persona involucrada con ella.
vincent la miró terriblemente asustado. lo aterraban tanto las palabras como la seriedad con que fueron dichas de la encantadora boca de natalia.
-vincent, lo de hoy a primera hora en la oficina fue preparado de antemano. yo avisé al personal de seguridad de la entrada que, sin decirte nada, me previnieran sobre tu llegada; luego, tú, al llegar a tu cubículo, sólo escuchaste de mi parte, una conversación totalmente ficticia con una tal jenny. estás aquí porque lo que te he dicho acerca de tu muerte no te lo podía decir en cualquier lugar y mucho menos en la oficina debido a una posible reacción violenta de tu parte. aquí, en mi casa, en mi dormitorio, yo tengo el control de la situación.
-ya me has dado a conocer dos de tus tres dones, ¿cuál es el tercero? -preguntó vincent.
sin decirle nada, natalia le tomó tranquila y cariñosamente las manos a vincent con las suyas propias. a vincent le extrañó la calentura de esas finas y delgadas manos que tomaban las suyas. natalia se inclinó y lo abrazó por unos minutos. vincent sintió una calentura que le invadió todo el cuerpo. al momento de separarse vincent vio que los ojos de natalia, pasaron de un color tenuemente verdoso a uno verde intenso y que su cabello pasó de cano a un negro de la misma intensidad que sus ojos.
-vincent, pase lo que te pase, tan sólo recuerda una cosa: que lo peor ya pasó. -le dijo natalia.
-¿qué quieres decir, natalia?
-que yo no puedo salvar a todos y que el color blanco de mi cabello es por esa angustia que tengo. que no puedo salvar a todos.
-¿salvar a todos? ¿es que puedes salvarme? ¿salvarme de la muerte?
natalia para ya no dar más explicaciones, pues, no quería angustiarlo si le decía lo demás, le dijo que se durmiera. vincent partió al día siguiente y no paró de pensar en todo lo ocurrido. de aquella experiencia con natalia no le dijo nada a nadie. ¿qué podía decir sin meterse en problemas con su jefa? ¿qué podía decir sin recibir la burla de sus amigos si se enteraban que había estado en la misma cama con una hermosa mujer y que no pasó nada de nada? él ya podía escuchar las burlas tipo:
-o sea que la tía te contó un cuento de terror y te asustó como a un crío. hasta ahora debe estar riéndose de ti. si serás...
pasaron unos días y vincent fue olvidando todo lo ocurrido. natalia tampoco le tocaba el tema y la relación laboral entre ellos fue normal como siempre había sido. una tarde él se fue a visitar a un amigo instalado en el noveno piso del área de traumatología de un hospital y luego de despedirse cogió el ascensor para que lo conduzca al primer piso y lo que ocurrió fue que al momento de cerrarse las puertas, el ascensor cayó en caída libre deteniéndose abrupta e inexplicablemente de manera momentánea en el quinto piso para luego proseguir su aparatoso viaje hasta el sótano donde quedó inutilizado. al momento de recobrar la conciencia mientras era conducido en una camilla, a vincent se le vinieron a la mente las palabras de natalia:
-"vincent, pase lo que te pase, tan sólo recuerda una cosa: que lo peor ya pasó."
tras esto, vincent se fue tranquilizando poco a poco viendo como el personal médico lo atendía.