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una canción of the oompa-loompas

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de los cinco niños que lograron conseguir el billete dorado para visitar la fábrica de chocolate del señor willy wonka, cuatro de ellos se metieron en problemas por desobedecer y tuvieron que ser rescatados por los pigmeos trabajadores de los oompa-loompas, quienes cantando y bailando van a ver qué se puede hacer por el chico o chica desobediente.

este relato escrito por roald dahl es una crítica a los padres que mal -o nada- educan a sus hijos, olvidando que ellos tienen que insertarse en una sociedad que no les va a tolerar sus malacrianzas, cayendo antipáticos a donde vayan.

he escogido esta canción en donde los oompa-loompas van a ver qué se puede hacer por el niño llamado mike tevé, un fanático en ver televisión, que termina al final con una estatura de 2 cm por su desobediencia en no acercarse demasiado a una cámara teletransportadora cuyo fin era hacer que objetos sólidos aparezcan en la pantalla de un televisor.

es una canción muy actual, porque si bien es cierto que está referida a lo nocivo que es dejar a un niño horas sobre horas frente al televisor, se puede fácilmente cambiar esta palabra por el móvil, la tablet o el videojuego y el sentido de la canción no cambia.

un móvil es tan nocivo que ya he leído que a los niños de dos años no se les debe de dar uno a esa edad; incluso bill gates dijo recientemente que a sus hijos sólo les permitió usar móvil a partir de los catorce años para que sean personas exitosas.

he aquí la canción (la cual, por lo demás es bastante divertida y didáctica) de los oompa-loompas yendo al rescate de mike tevé:

hemos aprendido algo primordial,

algo que a los niños les hace mucho mal.

y eso es que en el mundo no hay nada peor

que sentarles frente a un televisor.

de hecho, sería muy recomendable

suprimir del todo ese trasto abominable.

en todas las casas qué hemos encontrado:

absortos, dormidos, casi idiotizados,

mirando la tele como hipnotizados, 

con los ojos fijos en esa pantalla

hasta que sus órbitas parece que estallan,

(a ver, vimos algo que aterra y asombra:

seis pares de ojos rodar por la alfombra.)

sentados mirando, mirando sentados,

parecen de veras estar hechizados.

borrachos de imágenes, ahítos de ruido,

ciegos y atontados y reblandecidos.

oh, sí, ya sabemos que les entretiene

y que por lo menos quietos les mantiene.

no gritan, no lloran, no brincan, no juegan,

no saltan ni corren, tampoco se pegan.

a usted eso le da mucha tranquilidad,

es libre de hacer muchas cosas, ¿verdad?

mas yo le pregunto, ¿ha pensado un momento

para qué le sirve a su hijo este invento?

¡le pudre todas las ideas!

¡mata su imaginación!

¡hace que en nada, nada crea!

¡destruye toda su ilusión!

su pobre mente se transforma

en un inútil reflector

con ver figuras se conforma,

¡no sueña, ni evoca, ni piensa, señor!

"¡muy bien!", dirá usted, "¡muy bien!", gritará,

mas si nos llevamos el televisor,

¿qué haremos en cambio, qué se les dará

para mantenerlos en orden, señor?

a esa pregunta yo responderé

con otra, que es esta: los niños ¿qué hacían

para divertirse, cómo entretenían

sus horas de ocio, qué los mantenía

tranquilos, contentos, quietos y callados,

felices, absortos y atentos

antes de que este diabólico invento

se hubiese inventado?

¿no lo recuerda? se lo diremos

en voz muy alta, lo gritaremos

para que acierte a comprender:

¡solían... leer, leer, leer!

leían y leían y procedían

a leer aun más. y todo el día

lo dedicaban a leer libros, y, por doquier,

en bibliotecas y estanterías,

sobre las mesas, en librerías,

¡bajo las camas siempre había

miles de libros para leer!

historias fantásticas y maravillosas

de fieros dragones y reinas hermosas

de osados piratas, de astutos ladrones,

de elefantes blancos, tigres y leones.

de islas misteriosas, de orillas lejanas,

de tristes princesas junto a una ventana,

de valientes príncipes, apuestos, galantes,

de exóticas playas, países distantes,

historias de miedo, hermosas y raras,

los más pequeños leían los cuentos.

¡historias que hacían que el tiempo volara!

de grimm y de andersen, de louis perrault.

sabían quién era la bella durmiente,

y la cenicienta, y el lobo feroz.

las mil y una noches de magia nutrían

con mil y una historias sus ensoñaciones.

la gran scheherezade de la mano traía

a alí babá y los cuarenta ladrones,

a aladino y su lámpara maravillosa

al genio que otorga deseos e ilusiones,

y mil aventuras a cual más hermosa.

¡qué libros más bellos leían

los niños que antaño leían!

por eso rogarnos, por eso pedimos

que tiren muy lejos el televisor,

y en su sitio instalen estantes de libros

que llenen sus horas de gozo y fervor.

ignoren sus gritos, ignoren sus lloros,

no importan protestas, ni quejas, ni llanto.

dirán que es usted un malvado y un ogro.

con caras de furia, de odio, de espanto.

mas, no tenga miedo, pues le prometemos

que al cabo de pocos, de ruin, pocos días;

al verse aburridos, diciendo, "¿qué hacemos

para entretener estas horas vacías?",

irán poco a poco acercándose al sitio

donde usted ha instalado esa librería,

y cogerán un libro de cualquier estante,

lo abrirán con cautela, recelosos primero,

pero ya superados los primeros instantes

no podrán apartarse y lo leerán entero.

y entonces, ¡qué gozo, que dulce alegría

llenarán sus ojos y su corazón!

se preguntarán como pudieron un día

dejarse embrujar por la televisión.

y al correr los años, cuando sean mayores,

recordarán por siempre con agradecimiento

aquel día feliz, aquel fausto momento

en que usted cambió libros por televisión.

p. d. en cuanto a mike tevé,

sentimos tener que decir

que con un poco de fe

quizá logremos impedir

que quede así. a ver si crece,

aunque sino, ¡se lo merece!


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